
Cualquier parecido con la realidad no es pura coincidencia. El director de esta película, Mike Nichols, se inspiró en la campaña de Bill Clinton a la presidencia estadounidense en 1992 y en los líos de faldas que estuvieron a punto de truncar sus aspiraciones políticas. Un preludio de los episodios que estallarían más tarde durante su turbulento mandato. Sus relaciones con Mónica Lewinsky dieron pie a un proceso de impeachment en EEUU, el segundo desde Richard Nixon y el Watergate.
En Primary Colors, John Travolta interpreta al gobernador Jack Stanton, que aspira a la elección presidencial con el inestimable apoyo de su sufrida mujer, papel que interpreta Emma Thompson. En su equipo de fontaneros milita Henry, un joven de color soñador e idealista, nieto de un defensor de los derechos civiles, que irá perdiendo su inocencia conforme los escándalos salpiquen al candidato hasta el punto de poner en peligro su carrera. En el elenco protagonista destacan también los papeles interpretados por Billie Bob Thornton y una magistral Kathy Bates, lo mejor de la cinta, que consiguió una nominación al Oscar -entre otras distinciones- por dar vida a la investigadora Libby Holden.
Primary Colors no es una gran película pero cuenta con elementos que hacen de ella una obra entretenida. Por ejemplo, el morbo de estar basada en el matrimonio Clinton –se estrenó con ellos aún instalados en la Casa Blanca-, el hecho de mostrar los trapos sucios de una campaña política y cómo el equipo del candidato hará lo imposible por mantenerlos bajo la alfombra para conseguir el preciado objetivo de alcanzar la presidencia.
A la par que muestra el turbulento periplo del aspirante hacia el poder, una carrera no exenta de cadáveres en la que quedará patente su falta de ética, la película refleja el viraje que va experimentando Henry, desde la candidez más absoluta hasta el punto culminante del film, en el que deberá afrontar el dilema moral de mantenerse fiel a sus principios o hacer la vista gorda y seguir formando parte del equipo llamado a ocupar la Casa Blanca.
En definitiva, una película indicada para amantes del cine político que muestra cómo, en ocasiones, ejercer la comunicación en determinadas esferas no es precisamente apto para escrupulosos.
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