
En un post reciente analizaba el caso protagonizado por Equifax, compañía víctima de uno de los mayores ciberataques registrados hasta la fecha. Uno de los elementos más criticados a la empresa durante ese episodio fue el video emitido por su CEO, Richard Smith, que para muchos resultó frío y carente de la empatía necesaria hacia las víctimas del hackeo.
Pero, además del tono del video, hay otros aspectos significativos que conviene no pasar por alto. Por ejemplo, que la grabación era la primera aparición pública que el máximo directivo de Equifax protagonizaba en 12 años al frente de la compañía. Algo inaudito si se tiene en cuenta que el sector en el que opera su organización es altamente sensible, ya que la gestión de información sobre solvencia crediticia ha estado siempre sujeta a una enorme controversia. Sorprende, por tanto, que Richard Smith no haya tenido nada que decir al respecto durante estos 12 años.
Algo parecido ocurre cuando se analiza la presencia de muchos CEOS en redes sociales. El perfil suele ser bajo o incluso nulo. El entorno digital suele ser percibido por muchos de ellos como un espacio peligroso en el que conviene no adentrarse para evitar riesgos. Sin embargo, las encuestas indican que la presencia del directivo en redes es un factor muy bien valorado por el trabajador y que fomenta, incluso, el orgullo de pertenencia. La sociedad, además, espera que los CEOS representen a sus compañías ahí donde se genera conversación sobre la marca. Evidentemente, las redes sociales son actualmente el escenario de mayor ebullición y, por tanto, un lugar ineludible para el ejecutivo. Ausentarse de ellas por temor no parece la mejor decisión: la conversación va a producirse de todos modos, participando en ella tendremos al menos la capacidad de transmitir el relato corporativo y, en consecuencia, de influir.
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