
Dos accidentes aéreos en apenas cinco meses, con un total de 346 muertos, han colocado a Boeing en una situación crítica que ha obligado a dejar en tierra a toda su flota de 737 Max 8. Gobiernos de todo el mundo han decretado el cierre del espacio aéreo a este modelo hasta que no se aclaren las causas de ambos desastres y si existe un motivo común.
Las preocupantes similitudes entre el siniestro de Ethiopian Airlines de hace unos días y el de Lyon Air, en octubre pasado, han disparado las alarmas. Al parecer, los dos vuelos registraron trayectorias parecidas antes del impacto, lo que obliga a los investigadores a analizar a fondo ambas tragedias y su origen. ¿Fueron causados los dos accidentes por el mismo tipo de fallo técnico? ¿Hubo una formación inadecuada por parte de Boeing a los pilotos extranjeros que tenían que manejar este tipo de modelo? Son solo dos de las incógnitas abiertas tras la tragedia.
Dejando claro de antemano que ante una investigación de estas características se impone extremar la prudencia y ser cauteloso a la hora de hacer declaraciones públicas, Boeing ha cometido un error de bulto, como es el de resistirse hasta el final al cese de los vuelos de su modelo. Ante la parálisis de la compañía, para evitar mayores riesgos, han tenido que ser varios países los que decreten el cierre de sus cielos a este 737 hasta que se no se aclaren las causas de los accidentes.
En lugar de tomar esa iniciativa por el bien común, el CEO de la empresa, Dennis Muilenburg, intentó presionar al presidente Trump para evitar que adoptara una decisión similar a la de otros países. Algunos medios han recordado oportunamente la donación de 1 millón de dólares que la compañía realizó para sufragar los festejos tras la elección del mandatario en 2016, lo que no ha hecho más que disparar las suspicacias. Pese a ello, incluso Trump tuvo que echar mano del sentido común y decretar también el cierre del espacio aéreo norteamericano al 737 Max 8.
Durante los últimos días, muchos han recordado el ejemplo que dio Johnson & Johnson en los años 80 con motivo del caso Tylenol, sin duda en las antípodas de Boeing. Tras saber que varias cápsulas de su medicamento contenían restos de cianuro por una supuesta manipulación anónima, a la farmacéutica no le tembló el pulso y tomó decisiones drásticas: retiró el producto de los lineales y pidió a sus clientes que no consumieran los que ya habían comprado. Prefirió afrontar las millonarias pérdidas que tal medida suponía antes que poner en peligro la salud pública.
¿Cuál es la principal conclusión que cabe extraer de este episodio?:
- En cualquier crisis, las personas son lo primero. La preocupación por las vidas humanas tiene que prevalecer siempre sobre los intereses de negocio.
- Tomar la iniciativa permite llevar el control de la situación. Boeing no debería haber esperado a que los Gobiernos adoptaran la decisión de cerrar los cielos a sus 737. Las pérdidas económicas que ese cierre voluntario habría causado hubieran sido sin duda mucho menores que el inmenso daño reputacional que la marca está sufriendo ya.
Un claro ejemplo de pesima gestion de crisis. Gracias Javier Salgado por tan buen articulo